Todo tiene un origen, y quizá la Antigua Roma sea la civilización que más ha influido en nuestra forma de ser actual. Las costumbres de los antiguos romanos, su forma de expresarse y de entender la vida han calado hondo en nuestra sociedad, tanto que vamos al teatro como hacían ellos, jugamos a los mismos juegos de niños que los romanos y tenemos supersticiones que ya se tenían hace 2.000 años. ¿Es nuestra conducción una de esas costumbres heredadas? Y a todo esto ¿cómo eran los “coches” de la Antigua Roma? En este artículo vamos a tratar de dar respuesta a esta y otras preguntas relacionadas con el transporte y los vehículos históricos de esta fascinante época. Alea jacta est.

Una calle normal (abarrotada) de la Antigua Roma.
Una calle normal (abarrotada) de la Antigua Roma.

La litera: El coche más popular de Roma

Hace 2.000 años en Roma el transporte individual para las clases nobles era la litera (del latín lectica). Para que nos entendamos las literas podrían ser el equivalente a nuestros coches utilitarios. Las literas estaban formadas por un armazón compuesto por correas que sujetaban un colchón sobre el que se repartían mullidos cojines. El transportado se cubría de la mirada de la multitud tras unas finas cortinas, y toda esa estructura a su vez era transportada por cuatro o más esclavos conocidos como lectiarii o “portadores de la litera”.

Se tenía el pensamiento de que las literas era un transporte pensado para mujeres o para personas obesas, lisiadas o ancianas, por lo que este tipo de palanquín individual al principio no estuvo muy bien visto entre la gran mayoría de los ciudadanos romanos. La litera tenía cuatro patas de madera de forma que cuando la estructura descansaba en el suelo, el colchón no quedaba tirado sobre el pavimento.

El desarrollo de los coches de la Antigua Roma

Como nuestro moderno claxon, era habitual que existiera un esclavo que a voz en grito fuera en la parte delantera abriendo camino para la litera. Este esclavo recibía el nombre de anteámbulo y vociferaba para despejar al camino algo así como “¡paso a mi señor!”. Si la “educada” advertencia verbal no surtía efecto, era el momento de pasar a los empujones y tal vez a algo más. Las literas eran propiedades de las más casas romanas más pudientes, pero también para turistas y para celebrar alguna festividad importante, había casas de alquiler de literas (igual que las actuales empresas de alquiler de coches).

Con el paso del tiempo, la litera fue perfeccionándose y democratizándose, olvidando tabúes sociales como el que decía que los hombres que la usaban eran unos afeminados. La evolución de las literas romanas hizo que como medida de protección las cortinas que cubrían sus paredes pasaran a ser armazones cerrados para evitar posibles flechas o dagas enemigas.

El antepasado del paso de cebra lo inventaron los romanos.
El antepasado del paso de cebra lo inventaron los romanos.

Más tipos de transporte de la Antigua Roma

Pero los romanos más acaudalados no sólo se desplazaban en litera. También estaba la basterna, que era un armazón similar a la litera pero que en lugar de estar transportado por esclavos, estaba tirado por mulas (una delante y otra detrás). Sí que existía un esclavo encargado de conducir a las mulas llamado “basternario”. De todas formas, las ruedas todavía no estaban presentes en este tipo de “coches”.  Tampoco tenía neumáticos futuristas precisamente la silla portátil (sella gestatoria), que era utilizada principalmente los emperadores y los cónsules.

A diferencia de la litera, en la que el viajero iba tumbado, en la silla gestatoria el transportado iba sentado y con la espalda recta. En lo que sí guardaba similitud con la litera era en que este “coche” era transportado por cuatro esclavos mientras el quinto guiaba al vehículo y abría paso.

Coches de la Antigua Roma en viajes largos

Para los viajes largos o desplazamientos entre ciudades sí se recurrían a las ruedas. Lo más común era el uso de carruajes. La sobrepoblación de Roma y el ritmo asfixiante de sus calles hizo que los carruajes se reservaran tan sólo a los soberanos, a los generales que volvían triunfantes de la batalla y a las vestales (algo así como nuestras actuales monjas).

Los muchos tipos de carruajes variaban en cuanto a sus dimensiones, número de ruedas, conductores y tipo de tracción que tenían. Así estaban el essedum, que era el carro más ligero, de sólo dos ruedas y pensado para transportar únicamente al conductor. Su uso estaba muy ligado con los mensajeros.

Ya pasando a un mayor tamaño, por este orden se encontraba el cissium (con tres conductores), el carpentum, la carruca, tirada por mulas y que era un coche más lujoso y grande y que servía para llevar a toda una familia e incluso con espacio para dormir si se tenía sueño en este coche. Se llegó a decir que Nerón nunca viajaba con menos de mil carrucas. Para el transporte de mercancías se usaba el plaustrum, una carreta de dos ruedas tirada por bueyes

El transporte en Roma no conllevaba siempre sólo el desplazarse. Moverse de un lugar a otro era una especie de demostración de poder, donde se organizaban verdaderos séquitos compuestos por esclavos, guardaespaldas, sirvientas y todo tipo de objetos suntuosos como platos, joyas y ricas telas para que todo el mundo comprobara de primera mano el poder del transportado.

Las calles pavimentadas con aceras son un legado de la Antigua Roma.
Las calles pavimentadas con aceras son un legado de la Antigua Roma.

El legado de la Antigua Roma en el tráfico

La Roma de la antigüedad era una ciudad caótica. A su millón de habitantes habituales había que sumarle las tropas de refresco que llegaban de todas partes del imperio y los cada vez más numerosos esclavos que se tomaban en las guerras. No hay que olvidar aquello de que «todos los caminos llevan a Roma».

Además la urbanización de la ciudad era arbitraria, lo que hacía que en mitad de un callejón se pudiera levantar una casa que bloqueaba el paso, o que se añadieran muros en el extrarradio para hacer casas que parecían haber sido construidas arrojando unos puñados de cemento y unas pocas piedras. De hecho se dice que la nula planificación urbanística fue el verdadero motivo por el que Roma ardiera hasta los cimientos en el año 64 d.C. Las casas estaban tan pegadas las unas contra las otras que el fuego se extendía rápidamente. Además se rumorea que el propio Emperador Nerón provocó el incendio porque quería limpiar su ciudad y empezar su reconstrucción desde cero.

El volumen de tráfico

Por si todo ese panorama caótico no fuera suficiente el tráfico de literas, carros y carromatos iba en aumento debido al floreciente comercio y a la opulencia de ser los reyes del mundo conocido. El tráfico en la Antigua Roma era una pesadilla y esto la convertía en la ciudad con más tráfico del mundo.

El volumen de tráfico en las ciudades romanas era tan grande que hubo que establecer una ley que prohibía a los carros con mercancías circular por las calles de Roma durante las diez horas desde el amanecer hasta la puesta de sol, de forma que por las calles de la capital los carros sólo podían circular de noche en lo que sin duda fue un temprano ejemplo de medidas para controlar la congestión del tráfico urbano y buscar una solución a los atascos.

Las aceras

Pero las restricciones horarias de tráfico no son el único elemento típico de la conducción que le debemos a los romanos. A esta poderosa civilización les debemos también la existencia de las aceras en nuestras calles. Y es que las calles de nuestros pueblos y ciudades siguen el modelo empleado por los romanos. Las calles de las ciudades romanas tenían el pavimento empedrado, y a cada lado amplias aceras para los peatones. Los romanos construyeron  las aceras de mayor altura que la calzada para impedir que los vehículos las invadieran y atropellaran a los viandantes que andaban por las calles.

Los pasos de cebra

Otro elemento de seguridad vial por el que tenemos que darle las gracias a los romanos es algo tan cotidiano que casi cuesta creerlo. Atención, pregunta: ¿quién inventó los pasos de cebra? Efectivamente, los romanos. Y no sólo los pasos de cebra, sino también los badenes.

En las ciudades romanas, a cada cierto trecho la calzada estaba atravesada por una hilera discontinua de bloques de piedra para facilitar el cruce de peatones, cuando estas se inundaban a causa de lluvias que además dificultaban la conducción. También hacían las funciones de badenes para evitar que carros y carruajes alcanzasen demasiada velocidad.

Estas hileras de piedras obligaban a los carros a ir despacio para que las ruedas pudieran pasar entre piedra y piedra. Es por eso que las rayas de nuestros pasos de cebra y badenes, recuerdan a estas hileras de piedra que se colocaban paralelamente una junta a la otra.

Pese a que en tiempos de los romanos existían rudimentarias modalidades de los seguros de vida, los coches no estaban asegurados. Esa es una ventaja que hemos sabido suplir con el tiempo. Hace 20 siglos quizá no pudiera asegurar una litera o un carromato, pero hoy en día, con aseguradoras como Qualitas Auto usted puede cubrirse contra imprevistos. Consulte nuestras coberturas y elabore un presupuesto para tu seguro de coche online en tan sólo tres minutos en nuestra web. Venga, vea y venza.

coches de la Antigua Roma